martes, 2 de junio de 2009

TERRORISMO DE ESTADO

El terrorismo de Estado en Colombia infortunadamente para nuestro pueblo es histórico, sólo basta retomar a los tiempos de la invasión Española y examinar la realidad de hoy para entender que las patrañas, las mentiras, la doble moral y el uso de la espada y su empuñadura de la cruz, han sido medios y métodos perversos que no pierden vigencia en la violencia oficial cuando de reprimir el pueblo se trata.

Recordemos que el invasor español Jiménez de Quesada fue quien secuestró, torturó y desmembró al cacique Chía para robarle su tesoro, o la misa de capitulación oficiada por el arzobispo Caballero y Góngora en 1871 para engañar y desarmar al pueblo comunero y luego proceder al exterminio físico de líderes como José Antonio Galán y sus compañeros, o el magnicidio cometido por José María Obando contra el sucesor de Bolívar el gran mariscal Sucre, o también lo que llamaron guerra de los mil días de 1898 a 1901, o la masacre cometida en 1928 por el ejército colombiano contra los trabajadores de las bananeras del Magdalena en donde murieron más de 3000 obreros, o la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, y todo el período de violencia que dio como resultado de 80 mil a 100 mil muertos. Aparentemente por la disputa de los partidos tradicionales, o la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla.

Los asesinatos de los estudiantes en Bogotá, o el asesinato del líder agrario Jacobo Prias Alape en Gaitania por los “pájaros” de esa época o los planes militares o dictaduras impuestas por los gringos en la década del 60 y 70, bajo el pretexto de amenaza comunista, enemigo interno, seguridad nacional y defensa hemisférica, o el ataque militar frente nacionalista a Marquetalia en 1964 en el que también participaron los gringos, o la reproducción de los carteles de narcotráfico de los años 80 para luego convertidos en bandas paramilitares, o las alianzas de la oligarquía con las mafias del narcotráfico que se apoderaron del gobierno en el 2002 para defender los intereses avalados por los gringos, o las licencias que expidió a los narcotraficantes el hoy presidente de Colombia Álvaro Uribe Vélez para el envío de toneladas de cocaína a los EEUU, cuando fue director de la aeronáutica civil de Antioquia, o la fundación del bloque capital de los paramilitares por el hoy vicepresidente Francisco Santos que ensangrentó y aterrorizó las calles Bogotanas, o el homenaje rendido por el presidente en el Hotel Tequendama al “matarife” y carnicero del pueblo de Urabá, Rito Alejo del Río, o las estrechas relaciones del ministro del interior Fabio Valencia Cossio y su hermano, la familia Moreno con los narcotraficantes y las nuevas generaciones de paramilitares, las muertes a sindicalistas y líderes de oposición seleccionadas y ordenadas por el DAS, por su entonces director Jorge Noguera y sus paramilitares, las intercepciones telefónicas ilegales del DAS a los magistrados de la justicia por el organismo de inteligencia de Estado bajo su único jefe el presidente de la república, los 3000 falsos positivos, o mejor asesinatos de humildes colombianos a manos de criminales de las fuerzas militares, presentados como logros de la política de seguridad democrática del presidente.

O la Yidis política que subió al poder de manera ilegal al “principito” Uribe y la financiación de David Murcia con 5000 millones a la recolección de firmas para el nuevo proyecto de reelección del “Mesías”

No podemos olvidar el genocidio político de más de 5000 dirigentes de la Unión Patriótica a manos de sicarios de Estado y que a la fecha de hoy la mayoría de sus crímenes están impunes.

Colombianos frotémonos los ojos, que no es tiempo de engaños, la silla presidencial de Uribe debe ser convertida en banquillo de los acusados y no nos dejemos confundir por las campañas mediáticas difundidas por los medios al servicio de los yanquis y la oligarquía como lo son CARACOL, RCN, etc, son medios de desinformación que contribuyen a la política terrorista del estado colombiano.


¡Hemos jurado vencer y venceremos!

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